Peru, segunda parte y final.

Desde Machu Picchu entonces volvimos al Cusco. Ahi nos quedamos un par de noches para planificar los próximos días y seguir disfrutando de los encantos de la ciudad. La hostal donde nos quedabamos tenía cocina, pero era tan barato y rico ir a comer al mercado que de verdad no valía la pena cocinarnos. Por 3,5 soles, unos $700 chilenos, nos daban un menu que consistía en una sopa de entrada (un plato sopero grande), y de segundo un plato lleno con carne o pollo, más papas fritas, arroz y ensalada, y más encima con todo el refresco que quisieramos, que por lo general era un jugo de hierbas que lo sirven en vasos chiquititos. Los primeros días fueron algo pesados por la altura pero ya despues de unas 3 noches estabamos 100% aclimatados. De Cusco entonces seguimos dirección al sur. El primer día partió bien, hicimos un poco mas de 80km hasta que encontramos un buen lugar al lado del camino en donde instalamos nuestra carpa.  El problema comenzó ya en la noche, mientras dormíamos, cuando empezó un temporal muy fuerte. Lluvia y viento se encargaron de prácticamente arruinarnos el sueño. Más encima, como había estado tan bueno el tiempo antes de eso, dejamos un par de cosas fuera de la carpa y de las alforjas, las cuales se mojaron enteras, incluyendo ropa y zapatillas. El viento era tan fuerte que tuvimos que estar alerta por unas dos horas que no saliera volando nada. Mas encima, en medio del diluvio, sentiamos pasos de animales cerca de nosotros, pero con lo fuerte de la lluvia era muy dificil poder divisar algo. En fin. Al otro día amaneció por suerte con mucho sol así que nos quedamos un par de horas secando todo lo que se mojo por la noche. Así seguimos camino al sur, sin embargo, debido a las repetidas lluvias (de esas que pareciera que se cae el mundo) no pudimos avanzar lo que teniamos planeado. Un día muy especial fue el quinto, en donde después de un agotador pedaleo, viento, frio e incluso granizos, llegamos al punto más alto de lo que va del viaje: el paso «Abra la Raya», con casí 4500 metros de altura. Apenás vimos que estabamos allá arriba comenzamos a gritar de alegría. Era un pequeño gran desafío que habíamos logrado con éxito. A partir de ahí, pura bajada, sin embargo su majestad la lluvia no podía ausentarse. Ibamos bajando y derrepente y sin ningún aviso comenzo una tormenta. Justo en ese momento pasamos por una casa, al lado del camino, en donde se vendían algunos abarrotes. No dudamos en ir a meternos ahi para escondernos de la lluvia. El localcito, al lado del camino y en medio de la nada, era atendido por los propios dueños, gente muy humilde que vivía ahí mismo. Les preguntamos si podríamos quedarnos ahí un rato, esperando que pase la tormenta y muy amablemente nos prestaron una especie de garage que tenían para guardar su  moto (muy utilizadas en Peru por la gente del interior). La tormenta nunca pasó pero los dueños de casa muy amables nos dejaron pasar la noche ahí. Estabamos gigantemente agradecidos de que estando a 4000 metros de altura, con una tormenta de nieve y granizo y mucho frio, pudieramos tener un techo para pasar la noche, mas aún teniendo todo el equipamiento de salewa que hizo sentirmos como si estuvieramos en el más lujoso hotel. Los rayos que aparecian cada 5 minutos y sus enormes estruendos nos decían que con la cordillera de los andes no se juega. Después de haber dormido muy bien, salimos a eso de las 6 de la mañana rumbo a Puno.  Montañas nevadas, un cielo despejado y un espectacular amanecer eran el regalo por el esfuerzo de levantarnos tan temprano. A medida que avanzaba el día el cielo se volvía mas claro y parecía como si estuvieramos a solo un par de metros de el, casi tocandolo, y en el horizonte se hacía uno solo con la carretera. Después de varias horas y km´s de pedaleo, y también habiendo pasado por la ciudad que a nuestra consideración, (y con todo el respesto al Peru que lo queremos mucho) es la más horrible del mundo, Juliaca, llegamos a Puno, que nos recibía de noche y nos hizo acordar de como se ve Valparaiso a esa misma hora: Cerros llenos de casas iluminadas y el mar de fondo, solo que ahora lo que teniamos de frente no era el mar sino que el majestuoso lago Titicaca. Estando en Puno visitamos las islas flotantes de los Uros, muy interesante. Muy rescatable también es que todas estás obtenian energía de paneles solares que fueron donados por el ex presidente Fujimori hace un par de años atrás. Eran nuestros últimos días en el Peru. De Puno queríamos llegar directo a Copacabana pero otro aguacero a mitad de camino nos hizmo quedarnos en un pueblo a mitad de camino llamado Ilave. Fue nuestra última noche en el pais vecino. Al próximo día el sol brillaba con todo y llegamos sin ningún inconveniente al segundo de los 4 países que recorreremos durante la expedición: Bolivia.

Para ver las fotos de la historia visita nuestro Flickr aquí

Una respuesta a “Peru, segunda parte y final.

  1. Que buena cabros! tremenda odisea estar andando a esa alturay con ese clima cambiante! Manténganos informados de cómo sigue el viaje y traten de escribir más seguido
    Saludos

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