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Año nuevo lo pasamos en La Serena en casa de amigos, donde pudimos descansar un par de días, comer muy rico (y abundante) y aprovechar de conocer esta hermosa ciudad. El 2 de enero nos volvimos a internar hacía la cordillera después de hartos días de playa. De La Serena entonces partimos hacía Vicuña, recorriendo gran parte del valle del elqui que nos sorprendió por el verde de su vegetación, que se contrasta con las grandes montañas que se empiezan a formar a medida que nos adentramos hacía la cordillera. Desde Vicuña nos desviamos a mano derecha para tomar la ruta patrimonial o ancestral ANTAKARI. HERMOSO.
Pedaleamos al lado de inmensos campos llenos de uva las cuales tuvimos la suerte de probar en el camino. Primera calidad, fruta de exportación. Después de un camino muy duro, con cuestas gigantes y pendientes que hasta el momento no habíamos experimentado, llegamos hasta el valle del pangue, donde amablemente una holandesa que vivía ahí con su hija y una amiga chilena nos permitieron poner la carpa en su terreno,
invitándonos mas encima a comer un asado y al otro día a desayunar. Tuvimos una conversación bien interesante durante la noche, historias de vida más que nada, todo esto bajo un cielo totalmente estrellado donde pudimos apreciar un par de estrellas fugaces y una luz que nos pareció a todos era un OVNI. De ahí seguimos hasta Ovalle, pasando por maravillosos valles que aparte de deleitarnos con su paisaje nos brindaba la mejor fruta y mote con huesillo que habíamos tenido en el viaje. Mucho calor a lo largo de todo el camino, pero a diferencía de las primera, segunda y tercera región, siempre encontramos una sombra en donde poder descansar un rato. Definitivamente esta ruta Antakari merece ser conocida y recomendamos a todos los ciclistas de Chile que la recorran, no se arrepentirán =D.