Este espacio es auspiciado por ROBINSON CRUSOE expediciones
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La carretera austral llego a su fin en el mítico Villa O´higgins. Una verdadera odisea fue la que vivimos para llegar hasta allá, muy sufrida, pero íbamos a ser recompensados con creces. Nos quedamos en el lodge Robinson Crusoe, donde nos recibieron con una gran acogida y nos ofrecieron todas las comodidades para que nuestra estadía en este lugar tan apartado del mundo fuera la mejor posible. Un acogedor lugar común nos invito a leer más sobre la patagonia y conocer sobre su historia. Nuestra pieza diseñada de manera muy rustica pero al mismo tiempo con mucho estilo y cuidado en los detalles nos permitió tener el mejor descanso posible después de duros 100km, en lo que sería una antesala para el gran día que se nos venía: Cruzar el lago O´higgins y llegar al Glaciar que lleva el mismo nombre, también conocido como «El Gran Glaciar». A las 8:30 de las mañana nos embarcamos, incluyendo Duan y David, nuestros amigos de Brasil e Irlanda respectivamente que hace más de una semana nos acompañan en nuestra aventura. Alex, de Santiago, que desde Coyhaique nos había estado acompañando también lamentablemente no pudo seguir junto a nosotros. Fue un gusto haberlo tenido junto a nosotros todos estos días. Salimos entonces a lo que sería un viaje a lo desconocido y salvaje, donde pocos han llegado y de donde lamentablemente no mucho se sabe. La primera etapa consistió en navegar por el lago, entre grandes montañas que mas bien parecían paredones que por el lado este separan Chile de Argentina, llegando hasta Candelario Mancilla, que es simplemente un lugar de desembarco con una casa que ofrece alojamiento y un reten policial que cuida la frontera. De ahí iba a venir lo mejor. 2 horas de navegación para empezar a ver grandes trozos de hielo flotando en lago y al fondo el imponente Gran Glaciar. A medida que nos acercábamos mayor era la emoción y mayor era el numero de hielo flotando en el lago. De las montañas a las lados también caían enormes ventisqueros que no dejaban de impresionarnos. Hasta que llegamos. Algo eso si se veia raro. Había mucho hielo desprendido del glaciar, un picadillo gigante que no nos permitía acercarnos tanto al gigante. Yo había estado hace un año ahí y eso no estaba, parecía un desprendimiento gigante, así que fui a la cabina del capitán a hablar con el y le pregunté de que se trataba esto, le dije que hace un año había estado ahí y no era nada parecido, a lo que el me responde:

– yo estuve ayer aquí y tampoco no había nada de esto… (!!!)

La noche anterior entonces debe haber ocurrido un desprendimiento que se debe haber asemejado al fin del mundo. Impresionante. El capitán comenzó a buscar una ruta para acercarnos más hasta que por fin la encontró. Una verdadera maravilla, impresionante. Todo el barco tenía una sonrisa de oreja a oreja. Mas encima el día era perfecto. Las baterías de nuestras camaras de fotos, que por lo general nos duran 3 días, ahora ya casi estaban totalmente agotadas, y eso que habían salido 100% cargadas. Era hermoso. Nos quedamos ahí más de una hora apreciando una verdadera maravilla de la naturaleza, el gran glaciar.